Del ying, el yang, las culebras y las lentillas

Una noche de vinos ficticios le pregunté al I Ching porqué el año pasado no hacía más que ver culebras en la carretera y ahora no me había cruzado con ninguna. Me habló clarito y me dijo:

-Guapa, la situación indica una densa, caótica plenitud. Trueno y lluvia ocupan el aire. Pero el caos va aclarándose (...) lo abismal encuentra finalmente una salida del peligro.

Le doy un sorbo a una cerveza, la primera que me abro para mí, para mí sola, sola en casa. Joe me enseñó a degustar una cerveza el otro día en Tierras Altas, mientras me explicaba un montón de cosas que ninguno de los dos recuerda y mientras yo creía verle el dibujo del sistema digestivo cual libro de biología de cuarto de primaria. Me reí. Me reí mucho aquella noche, cuando también llore, dos segundos, por el Cardhu, lo extrañé de repente, y cuando me di por vencida y sucumbí a recordar que otras veces también me dio la risa tonta, que mis sentidos estaban alertas, que el tacto, por lo menos el tacto, podía vivirse, sentirse de otra manera.

Aquella noche, confesé que tres días antes se me había roto una lentilla en el ojo. Ante el estupor de mi hermana y Joe, sentí la necesidad de tranquilizar al personal y afirmar, casi confirmar, que el otro trocito tendría que haber desaparecido, había desaparecido, de hecho era IMPOSIBLE que siguiera en mi ojo, me dolería, lo tendría irritado, chungo, podrido. Me llevaron a la oftalmóloga, gallega ella, "la conjuntivitis se va, pero puede volver, tal vez sí, tal vez no" (le falto hablar del ying, el yang, I Chin gallego), pero no dijo nada del ripio de lentilla en mi ojo. Todo ok.

Otro sorbo de cerveza, en Ávila a veces hace calor por la noche.

El domingo pasado, veinte días después del episodio, soñé que tenía una pestaña en el ojo, que no podía jugar al REM, que no. Y apareció el trozo de lentilla (ver foto).



Esto, completo, sirve para ver


Le pregunté a mi amigo I Ching, colega de penas y glorias en mi última etapa, con todos los respetos hacia su honda y preciosa sabiduría, que quería decir, fuera de toda lógica, que la lentilla reapareciera en mi ojo, sin haberme causado dolor, infección o legañas, abrió la boca:

- Guapa - me dijo a la luz de la lamparita del estudio- todo hombre debe tener algo a lo cual seguir, algo que le sirva de estrella orientadora. Quien con convicción va en pos de lo bello y lo bueno, podrá sentirse fortalecido por esta sentencia que te estoy colocando. Y de paso, te vas al hexagrama 51 que sinifica Chen, you know, lo suscitativo, que en mi idioma lo interpreto como comenzar, levantarse.

Y brindamos.

Hoy, ha sonado el teléfono y he recordado una canción de The Whitest Boy Alive, que dice algo así como que guay que hayas llamado, pero digo yo que qué pena no poder decírtelo, no está el tema para eso. Sin embargo hoy, y todo desde el humilde estudio que necesita vistas, urgente, veo la vida como comenzando de nuevo, sin culebras en el camino que me obliguen a levantar los pies. Me veo de repente con la lentilla rota en la mano. Chen. Feng, que significa plenitud, y medio mareada, que no tiene traducción en el I Ching y que es lo que pasa cuando una no aguanta ni una miserable cerveza.

Mi vida surrealista de plantas del dinero que se ponen pochas, de carreteras y carreteras que ya no recorro, y palabras y palabras que no digo y canciones que escucho, y que reaparecen. Mi vida. Y más. Un verano raro.
Chin - Chen.



(Mi época grunge me pone sentimental, pero pega, "and yet I figth this battle all alone")

Comentarios

Pi ha dicho que…
Este post es totalmente tildofaltítico, lo siento, no me apetece corregir acentos.
Pecosa ha dicho que…
Pues no corrijas, mujer, Para eso es tu blog.

Digo, a mi tanto Ching Fung Chung me suena a chino (tal cual, claro) y me pierdo. Pero si ha reaparecido la otra mitad de la lentilla (que feo cuando se rompen en el ojo) y ves que la vida ha comenzado de nuevo (amén) pues yo le pego un sorbo a mi cerveza también. Chin chin (no de Ching Chung Fung, sinó de brindis)
Emilio Ruiz Mateo ha dicho que…
A ti no te hacen falta lentillas para ver las cosas como hay que verlas: a tu manera.

El I Ching versión oftalmológica mola.

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