Cartografía
Hago mapas. De mentiras* porque no conducen a ningún sitio real, pero mapas al fin y al cabo. Dibujo caminos en mi cabeza y me los imagino de tierra y de repente lisos y perfectos y que se salen del plano y vuelan, y que pasan por encima de las montañas y se parecen a las de las líneas aéreas cuando enseñan sus rutas. Aéreos. Superan la circunferencia, o lo esférico de la tierra, o yo que sé cómo decirlo, cómo describirlos, sólo sé que mis mapas tienen tres dimensiones y se mueven por el mundo y me tranquilizan. Han superado la dimensión milimétrica de mis caricias en la piel, perdón, del lápiz en el papel, y sólo están en mi cabeza. Mis mapas, mis rutas, las carreteras para conducir con música, los caminos de tierra para pedalear al sol, están en mi cabeza, y me tranquilizan. Los veo, los recorro, llego al destino y sólo miro, observo, sonrío, soy feliz porque el destino sigue ahí y no lo toco, no lo recorro, está en el lugar donde yo lo he colocado. Destino de mentiras*, pero destino al fin y al cabo.
(Punto de fuga real, que no de los mapas que dibujo)
* Que no son de verdad. De juguete. De mentiritas. Ayyyy, el bilingüismo....
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