El Cardhu ha vuelto, larga vida al Cardhu

Han pasado nueve años y medio desde el último post del Cardhu. Antes de su muerte definitiva, le quité una hache a su dirección y, negándome a dejarlo morir, lo transformé en las Historias del Hombre Pez hasta 2015. El Pez y el Cardhu, partes de mí misma. Mucho ha pasado desde que los domingos dejaron de ser el día del post en la querida y fría ciudad de provincia, una época que, vista desde esta distancia, me resulta llena de ingenuidad y hasta ternura. Ya no hay chalet con gran patio que se llena de nieve, ni coche para recorrer la N110, ni pueblos de Ávila, ni obras, ni viejecitos conversadores. El perro lo dejó un año antes y, por no haber, no hay ni niños pequeños para contar sus ocurrencias. Todo comenzó a cambiar cuando decidí mudarme a Madrid y, como bien me han recordado los adolescentes en los que se han convertido Nicolás y Alicia, tal vez no debimos irnos nunca.

Pero la vida son aprendizajes, y dejar correr el tiempo que no se puede parar. Y asimilar que uno es como un palito en la corriente al que no le toca más que fluir. Y sí, que la vida más profunda que dejarse arrastrar por las circunstancias, pero a veces las circunstancias tiran más que la propia voluntad. Total, que incluso ya no hay ni Madrid - risas de fondo-. Mi querida Madrid.

¿Qué fue entonces de "la Cardhu"? La Cardhu se enamoró de un Hombre que se escapaba de todo intento suyo por convertirlo en palabras mientras todo lo que me rodeaba se convertía en prosaico y perdía todo espíritu merecedor de ser narrado. Es un Hombre real, de esos a los que no se le construyen templos, ni se le adora/añora con homenajes musicales y simbolitos varios en crípticos post del blog. Un Tesoro lo suficientemente valioso por el que uno se juega afirmar que el Amor no necesita de esa parafernalia tristona por la que siempre he apostado, sino eso de tener una conversación eterna y verse caminando de la mano por los siglos de los siglos. Ese es Luis. El Amor y la Paz.

Así, y porque la misma Madrid lo quiso, a punta de desgracias laborales y personales que para qué contar, ahora la Cardhu escribe desde el Mediterráneo, desde la parte alta de Altafulla, desde donde se ve el mar pero se escuchan los pajaritos y desde donde ha decidido reordenar su vida, la que vuelve a querer contar. Con Nicolás (ya con 16 y aunque sea desde Madrid, donde quiso quedarse), con Alicia y con Luis. Y con mis dos buganvillas, y la hortensia gallega, y las cintas de la suegra y los pinos gallegos que, como crezcan todos, montaremos un bosque en Tarragona. Y con las palomas equilibristas, las golondrinas y los mirlos, los gatos sin dueño, los perros de los vecinos.¡Y con mis bordados!

 ¡El Cardhu estrena vida, larga vida al Cardhu! 

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