(Sin título)
Esther se murió sin ver el mar. A veces pienso que mi familia tiene un punto Macondo complicado de entender desde este lado del Atlántico. Esther se quedó dormida, con el corazón agotado el martes pasado, como Ruth, pero sin haber visto el mar, y no he dejado de pensar en eso durante estos días de sol. Parece que llegó la primavera, parece que de la nieve sólo quedan esos restos en los caminos, que la próxima cuenta del gas no va a ser otra clavada y que la bufanda y el gorro se quedan en el coche. Eso parece. Y que así, gracias a que de repente mi tía se ha metido tristemente en mi cabeza en estos días, una se llena de optimismo, respira profundo mientras se le saltan las lágrimas recordándola y ve la carretera vacía y el cielo insultantemente azul y sin nubes y se plantea y entre mocos piensa "yo no quiero morirme sin". Sin decir, sin sentir, sin volar, sin deslizarme, sin tomar, respirar y probar. A pesar de todo. Tiempo al tiempo, pero ya empecé. Que conste.

Sol solecito, brindemos un poquito...
Comentarios
¡salud por esas bebidas al sol!
A ver si aprendemos de verdad de lo que dices, pero de verdad.
Beso.
Ay, nena, yo también he dejado de llevar bufanda, qué gustazo.
...¿Eso es zumo de naranja con vodka o zumo a secas? ¡Chun chin!
Toshi, thanks.
Pecosa, gin, por supuesto, gintonic con puntito de naranja natural, ni cosquillas...